En las decenas de asentamientos humanos precarios que proliferan por toda la ciudad de Guatemala no hay mucho aliento ni solidaridad del entorno social. Tampoco hay Estado. Este solo hace presencia para recordar a sus a sus habitantes que la desesperanza es lo único que realmente les pertenece.
Con las verdad no se ofende a nadie, y está más que claro que en los asentamientos la esperanza es lo único que poseen de valor y material.
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