Los retos son incuestionablemente complejos. Por ejemplo, los asentamientos tienden a estar ubicados en zonas de alto riesgo y vulnerabilidad ante eventos climatológicos o sísmicos, dificultando la tarea de provisión de infraestructura segura. Además, dado su frecuente estado de ilegalidad con respecto a la tenencia y ocupación de tierra, muchos asentamientos prefieren permanecer fuera del radar de las autoridades municipales para evitar un posible desalojo. Esto impide que haya colaboración entre ellos.
La exclusión social y económica causada por las condiciones precarias en las que viven sus habitantes, les impide salir del círculo de pobreza en el que se encuentran. Sin embargo, creo que a través de políticas públicas integrales, de la mano de una buena organización y liderazgo dentro de los mismos asentamientos, se puede mejorar significativamente las condiciones de vida de los mismos.
El compromiso político debe ser a largo plazo. Es tiempo de que el gobierno incentive el desarrollo de vivienda social en el país y que fomente políticas que permitan facilitar y abaratar la adquisición de una vivienda digna, ya que el crecimiento económico no lleva automáticamente a la mejora y disminución de los asentamientos marginales.
Brujula (2015, en Web). Disponible en: http://brujula.com.gt/que-no-se-olviden-los-mas-olvidados/
De los diferentes fenómenos que puede experimentar las personas que viven en los asentamientos sin duda el mayor y más fuerte es la exclusión social; esto trae como consecuencia una falta de interés de las autoridades e incluso de los mismos ciudadanos por sus hermanos más necesitados.
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